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martes, 27 de julio de 2010

Ocaso-Capitulo 10: Lagrimas Innecesarias


Antes que nada le quería agradecer a Cintia (que es un amor) y a Victoria Cullen quienes me ayudo  MUCHO a hacer  este cap. Gracias hermosas!!
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Capitulo 10
Lagrimas Innecesarias

Estúpidos lobos. Pensé llena de rabia. Como odio a papá.
Caminaba sin rumbo, no quería mirar atrás ya que no quería ver si me seguían o no...
-Oh, patético… ¿estoy llorando?-traté de reír para no seguir llorando.
¿Por qué lloraba? Si no lloraba por las cosas que me hacia E.J que eran mucho peores… tal vez me habré decepcionado de que mi padre no haya dicho nada… cuando los niños pequeños me molestaban, o tal ve mi fobia por la cucaracha… Aunque lo dudaba… mucho.
Cuando no sabía para donde ir se me ocurrió un gran lugar… mi lugar secreto.  Allí nadie me molestaría ni me invadiría con las risas. Allí podría llorar tranquila y gritar lo mas fuerte que me gustase.
Luego pensé que llorar no era tan malo, después de todo desahogaba toda mi rabia que tenia asía los patéticos lobos.  Aunque  me  quería morir de la rabia.
Tenía ganas de gritar mientras lloraba, como los típicos caprichos de los niños que se tiran al suelo y empiezan a llorar y gritar. Al darme cuenta ya casi llegaba a mi tranquilo lugar donde podría llorar tranquilamente. Pero ya no importa… ya me salí de la manada así que… ¿Qué mas da? Pero aunque lo piense cincuenta veces seguiré llorando… por la decepción… o al menos eso creía.
El  hermoso cielo celeste, con vaporosas y suaves nubes blancas se trasformó en un gris y apagado cielo. Y allí me encontraba yo, perdida en las penumbras de los bosques pensando en si mi padre realmente me apreciaba.
En medio de mis lamentos escuché pasos a través de los charcos y el goteo del agua unos pasos lentos y ligeros. Pero no me asusté, podría ser E.J tratando de hacerme una estúpida broma. Tenía ganas de decirle “no es el momento”, pero supe que no era el… Era familiar pero no tanto. Temí por mí por algunos momentos, pero ¿Qué más importaba? Si la persona detrás de mi aumentaba la velocidad yo lo haría.
Me quedé parada temiendo mirar atrás, me comí mis palabras ya que no era capaz de moverme. Sentí como los pasos se me aproximaban, cada vez mas cercanos…
Me di vuelta y sin pensarlo dos veces revolee el brazo en busca de su rostro y una mano me separó de mi objetivo de pegarle un buen puñetazo en la mejilla. Retiré mi mano al darme cuenta de quién era… Marcos.
-Ho por dios, discúlpame….-le dije- pero ¡no debes perseguir así a las personas!
Rio despacio.
-Discúlpame, te vi triste…  y a una dama aunque se le vea bien llorar le queda mucho mejor una sonrisa.-dijo acariciando mi mejilla suavemente con su dedo.
Sentía por fin que ya podía gritar y llorar a su lado. Me sentía tan a gusto con él a mi lado, mirándome a los ojos. Me acurruqué en su pecho cálido y empecé a llorar, el posó su mano en mi espalda para reconfortarme.
Y así quedamos, yo llorando como una malcriada y el consolándome como mi ángel guardián. Lo que era muy parecido ya que siempre estaba para mí…
-¿Puedo saber a qué se debe tu tristeza?-susurró al oído.


Edward Jacob Cullen Black

Ahhh, que hermoso momento… Sería un idiota si lo interrumpiera… Pero como esto es único. Salí de entre los árboles dispuesto a hacer mi trabajo, ahora que lo pienso si me dieran un donar por cada vez ya sería millonario.
Elena me vio con esa cara de odio cuando se vio alertaba que yo estaba a sus espaldas, yo sonriendo y luego le grité.
-Hooola tortolitos- el novio de Elena suspiró-  ¿Qué hacen?
Le pasé el brazo por los hombros de Elena y la pegué a mí como si la quisiera. La apretujé apropósito para fastidiarla un poco. Ella intentaba zafarse de mi “abrazo” cariñoso de hermano.
-Oye suéltala-ordenó el- ¿Quién eres?
-Ahhh, ¿no te contó de mi? ¡Soy alguien tan cercano a ella!
Elena trató de resistirse una vez más pero fue muy fácil hacerle otro “hermoso abrazo” de hermanos. Juro que esto era tan gracioso, la cara de aquél que nos miraba como si estuviéramos muy cercanos.
-¡¿Qué clase de persona enferma hablaría de ti?!
-Pero Elenita, tu sabes que te quiero tanto. Deberías darme más oportunidades.
-¡Dijo que no!- aquél actuó muy rápido. De un tirón  quitó a Elena de mis brazos y me empujó un poco.
Era fuerte, ¿acaso era humano? No, este no tenía  nada de humano… Solo su apariencia.  ¡Ja! Acaso… ¿Era la imprimación de Elena?
-Oh, cálmate amigo,-me dirigí a Elena- apropósito papá te está buscando.
Marcos suspiró aliviado.
-¿No son novios?
Elena y yo nos partimos de la risa, creo que estaba llorando del aquél tal brutal impacto. ¿Elena y yo? Oh por dios, ni siquiera nos llevábamos bien como hermanos ¿y ahora resulta que somos pareja? Ja, oh por dios tal vez en un universo paralelo.
-Marcos, eso es imposible-le dijo Elena parando de reír- a esa cosa-dijo señalándome- nadie le querrá-bufó.
Elena Cullen Black

Sentí de nuevo la sensación que sentí cuando E.J apareció y me abrazó... Alguien nos observaba… ¿Pero desde donde? ¿Por qué? Miré para mis alrededores, para donde mi vista alcanzara pero ni una alma a demás de nosotros.
Pasó un largo rato hasta que Marcos decidió que ay era su hora de irse. Y tuve que quedarme a sola con el señor guitarra escuchando sus bromas sobre mi diario. Pero hoy decidí ignorarlo, ya que este día no podría haberse puesto peor. Pero ya  no tenía ganas de llorar, tenía ganas de quedarme allí clavada en el suelo hasta esperar que el cielo obscureciera y ver las estrellas. Nunca se me había ocurrido verlas, solo las había visto por im.com… Era raro pero así era. No me gusta lo cursi así que yo antes creía que las estrellas de películas donde los novios se besaban bajo las estrellas.
E.J y yo empezamos a discutir nuevamente por cualquier cosa, pero era una discusión graciosa. A cada insulto nos echábamos a reír. Hasta que en un momento metió el tema de “¿qué rayos ah pasado entre tú y papá?”. En ese momento sentí que mi corazón se apretujaba hasta hacerse arrugado.
-El… me odia-dije casi sollozando- nunca me defiende, deja que me traten mal-susurré.
Me quedé mirando al piso sintiendo como las lágrimas se derramaban de mis ojos y se esparcían por mis mejillas. No tenía ganas de secarme las lagrimas, no tenía ganas de mover ni un solo músculo.
-Tonta, el no te odia, solo te trata como un integrante más de la manada. No puede tratarte distinto que a los demás.
No quería aceptarlo, no quería  saber que era verdad. Pero tenía razón. NO había pensado en esa realidad, tan simple y cierta.






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