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Bienvenidos a mi pagina... donde Nessie y Jacob tienen su propia historia de amor.

domingo, 28 de marzo de 2010

Capitulo 1

Momentos Felices
One Shoot


Unos pequeños rayos de sol irrumpieron mi sueño. Eso me decía que hoy sería un día soleado, aunque eso no era una sorpresa. En Phoenix todos o la gran mayoría de los días son soleados.
Estos días extrañaba mucho a mis queridos hijos, Elena y E.J.
Ellos habían hecho su vida con la persona mas importante para ellos, eso me ponía tal feliz. Tal vez hoy tendría que llamarlos.
Ellos se quedaron en Forks debido a que quería estar allí todo el tiempo que pudiesen, debido a que ellos nacieron, crecieron y se enamoraron allí.
Jacob y yo decidimos vivir en Phoenix un tiempo, ya que extrañaba mucho el sol y sus cálidos rayos que acariciaban mi rostro por la mañana.
Me senté en la cama y observé a Jake tumbado en la cama completamente dormido. Me reí y acaricie su mejilla suavemente.
Salté de la cama y me dirigí a mi gran armario. Busqué una blusa color canela sin mangas y unos baqueros.
Caminé descalza hacia la cocina para ir a preparar un rico desayuno para mi esposo y para mi. Hoy me desperté hambrienta.
Caminé lentamente... Cuando puse un pie en la cocina...
-Pum-hizo un ruido.
Era la lavadora, ¡me había olvidado de sacar la ropa! Que torpe soy, seguro que hasta mi hija se acordaría de aquello tan sencillo.
Corrí con los pies descalzos a escalera arriba para ver si la ropa se había caído otra vez de la lavadora. Abrí la puerta del desván y corrí para donde estaba la lavadora.
Rápidamente quité toda la ropa que estaba dentro y la coloqué sobre un cesto para llevarlo a colgar para que seque un poco.
Cogí el canasto y finalmente me paré. Caminé lentamente mirando alrededor tratando de buscar algún pequeño recuerdo.
Miré al techo tratando de darme una idea pero.. nada, hasta que.
-Auch...-me quejé.
¿Me... me había llevado algo por delante?
Coloqué suavemente en el suelo el cesto y me arrodillé frente a la gran caja que se encontraba en frente de mi.
La caja era de mudanza, estaba con mucho polvo y el cartón estaba podrido. Le sacudí todo el polvo suavemente para no arruinar mas la caja de lo que estaba ahora.
Al terminar de sacudir el polvo me encuentro con unas letras bastante grandes que dicen.

RECUERDOS

No recordaba mucho esta caja, parecía como un sueño olvidado. Recuerdos agolpados en un simple trozo de cartón.
Intente abrir aquella caja pero al intentarlo me dí cuanta de que tenia cinta adesiba en todo el alrededor.
Me paré y empecé a buscar algo filoso para quitar aquella molesta cinta. Pero no encontré nada, busqué en todos los lugares del desván pero nada, ni una tijera, ni un cuchillo.
Luego recordé que en la cocina había unas tijeras.
Cogí el cesto de ropa para colgarla-de paso- y también buscar mis ojotas ya que aún estaba descalza.
Bajé las escaleras muy apurada, para abrir esa caja llena de misteriosos recuerdos, tal vez hasta de mis abuelos o de mis padres.
Ya no podía esperar para abrirla, estaba tan tan ansiosa. Los enigmas que encerraba esa vieja caja me mataban.
Finalmente cuando terminé de bajar esas escaleras me dirigí hacia el cuarto para ir a buscar algo para cazarme, me estaba empezando a molestar tenes los pies descalzos.
Dejé el canasto en la cocina para luego ir a colgar las ropas y caminé rápida y sigilosamente asía la habitación. Jacob seguía dormido como un tronco... ¡Que sueño pesado que tenía!
Me reí lo mas bajo que pude, aunque si gritase el no se despertaría... Tenía el sueño pesad. Dejé de mirarlo y abrí el gran armario y rebusqué para encontrar mis ojotas.
Me encontré de todo... Una remera color turquesa, unos baqueros, y varias remaran manga larga. Pero no encontraba ninguna ojota.
Pero encontré mis pantuflas- me dio igual- me senté a un extremo de la cama y me las coloqué lo mas rápido que pude.
Jacob a mis espaldas se dio media vuelta aún dormido y luego su pierna se movió hasta hasta unos pocos metros de mi espalda.
Al terminar de ponerme las pantuflas corrí fuera de la habitación y tomé el cesto, me dirigí a la terraza para colgar las ropas.
Primero tomé una camiseta de Jacob color café. La doblé y la colgué lo mas rápido que pude y lo mismo hice con los calcetines, ropa interior y baqueros. Hoy el día era perfecto, seguro que las ropas estarás cecas antes de que el mediodía acabe.
Respiré hondo y luego estiré los brazos para estirarme un poco. Estaba algo cansada, aunque no había hecho nada- o mucho-.
Caminé humanamente dirección a la cocina para coger esas endemoniadas tijeras. Bajé las escaleras casi corriendo y me encontré con Jacob en el camino.
¿Se había levantado? ¿Como es que no me había dado cuenta?
-Buenos días-dijo adormecido.
Se acercó a mi, me rodeo con sus cálidos brazos y me dio un tierno beso en la mejilla. Me puse colorada y le devolví ese pequeño beso.
-Buenos días. ¿Dormiste bien?
Asistió lentamente.
-Deja que hoy haga yo el desayuno-ofreció mostrándome sus blancos dientes.
-Gracias.
Le sonreí y me dirigí asía la cocina para coger esas tijeras. Abrí el cajón donde supuestamente estaban. Había cuchillos y tenedores pero no encontraba las malditas tijeras.
Me puse nerviosa y traté de controlarme ya que me dí cuenta de que el cuchillo también servía.
Cogí el cuchillo y me cruce con Jacob que me miró con una cara de espanto al verme con un cuchillo en la mano.
-Muy gracioso-dije entre risas.
-¿Pero ahora que dije?
Me reí con el y luego ambos seguimos nuestros caminos. Yo subí otra vez esa escalera mientras que el preparaba el desayuno.
Giré la perilla de la puerta y encendí el foco de luz. La caja seguía estando en donde la había dejado.
Me senté a un costado y luego corté la cinta adecíba. Abrí la caja con muchas ilaciones... Tratando de volver a recordar aquellos momentos felices.
Al abrir la pequeña caja solo encontré dos cosas. Una foto y una pequeña nota con la letra de Jacob.
Cogí el sobre sellado y lo abrí delicadamente ya que era un sobre tan viejo...
Cogí la pequeña hoja de papel amarilla por los años de su antigüedad. La nota decía:

Luego de tanto sufrimiento que tuve, luego de que me hacía varias ilusiones de que Bella y yo seríamos felices juntos.
La obscuridad de los bosques me absorbían en ellos para llevarme mas a la obscuridad... Cada vez caía mas, hasta que en las penumbras de los bosques... Una luz apareció en mi camino luego de tanta obscuridad.
De repente mi vida dio un giro de 180 grados... Al poder conocer aquella luz llamada Renesmee.
¿ Parque escribo esta cursi carta? para que recuerde el 1 de diciembre... El día en el que volví a vivir al felicidad al conocer a Nessie y hacer de esto un momento y recuerdo feliz.

Lagrimas caían de mis ojos como una lluvia de granizo... Inesperado.
Recuerdo que mi madre me había contado que Jacob pasó por mucha obscuridad... en especial cuando mi padre y mi madre se encontraron nuevamente.
-Mi Jake...-susurré-te amo tanto.
Me sequé mis lagrima y guardé aquel recuerdo dentro del sobre.
El teléfono empezó a sonar y corrí a velocidad sobrehumana para atender. Debido a que estaba bastante lejos de un teléfono ahora.
Pasó solo tres segundos hasta que llegué a contestar el teléfono. Pero alguien ya había contestado, me quedé escuchando un poco.
-¡¿Como andas tronco?!-dijo una voz bastante familiar.
-¡Seth! cuanto tiempo.... ¿Como es que anda Forks?
De repente todo quedó en silencio. Temí que me hubieran descubierto, estaba a punto de cortar pero luego...
-Bueno... tus hijos andan de maravilla.
-Valla... y dime ¿Elena sigue siendo la típica adolescente?
-Es toda una mujer... Olle hay alguien que quiere hablar contigo.
Escuché murmullos muy bajos en la linea... No se escuchaba nada... ¿Con quien hablaba mi esposo?
-Ness-gritó Jacob.
Me asusté tanto que hasta hice un malabar con el teléfono y lo hice caer al suelo en mil pedazos. No sabia si reírme o que.
Tal vez el cárma me castigó por espiar las conversaciones es que no pude evitarlo... por un momento pensé que llamaban Elena o E.J.
-¿Que pasa Jake?
Jacob se acercó a la habitación en la que yo estaba con el teléfono inalambrico en su mano derecha. Miró el teléfono con duda y luego se volvió a hacia mi con una sonrisa.
-Alguien quiere hablarte.
Extendió su brazo y yo tome el teléfono como si fuera un tesoro muy delicado. Lo pegué a mi oreja y luego escuché.
-¿Abuela?

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